Leo Strauss

Leo Strauss David (Kirchhain, Hesse, Alemania, 20 de septiembre de 1899 - Annapolis, Maryland, Estados Unidos, 18 de octubre de 1973) fue un filósofo y político estadounidense de origen judío.
Especializado en la filosofía clásica griega, criticó la concepción descriptiva y empírica de la ciencia política, y se mostró proclive al iusnaturalismo. Es una figura de gran influencia en el neoconservadurismo surgido tras la desmembración de la Unión Soviética, y opuesto tanto al liberalismo moderno como a cualquier tipo de relativismo historicista.

Nacido el 20 de septiembre de 1899 en Kirchain, en la región de Hessen (Alemania) y fallecido el 18 de octubre de 1973, era hijo de Hugo Strauss y Jannie David. Leo Strauss era hijo de un piadoso comerciante judío, habitual de la sinagoga de su ciudad y a los 17 años ya era sionista.. Estudio bachillerato en Marburg y durante la Primera Guerra Mundial fue reclutado por el ejército en donde sirvió como intérprete. Acabado el conflicto, en 1921, se doctoró en filosofía en la Universidad de Hamburgo.
Dirigió sus primeros pasos por el existencialismo y orientó sus estudios hacia la filosofía de Husselr y de Heidegger. Su primer libro, sobre el filósofo judío Spinoza fue publicado en 1930. En un momento en el que el antisemitismo aumentaba en Alemania, Strauss se había especializado en la filosofía judía medieval y había sido contratado en Berlín por la Academia de Investigación Judía. Provisto de una beca, abandonó Alemania 1932; primero se estableció en París (donde se casó) y luego en Cambridge en 1938. Su segundo libro, publicado cuando el nacionalsocialismo ya se encontraba en el poder, en 1935, trataba sobre Maimónides. En Londres, publicó un estudio sobre la filosofía política de Hobbes. Acto seguido, pasó a EEUU de donde no volvería a salir en toda su vida.

A partir de 1937 fue profesor en la Universidad de Columbia y luego, de 1938 a 1948 enseñó Ciencias Políticas y Filosofía en la New School for Social Research de Nueva York, en donde permanecería hasta su jubilación en 1968. Sus libros, a partir de esos momentos, empiezan a ser extraños e incluyen enigmáticas especulaciones de aparente inocuidad. Esta tendencia se hará aún más palpable a partir de 1949 cuando fue contratado como profesor de filosofía política de la Universidad de Chicago. De este pargo período destacan sus obras sobre Maquiavelo (1958), Sócrates y Aristófanes (1966), Derecho Natural e Historia (1953), La Ciudad y el Hombre (1964) y Liberalismo Antiguo y Moderno (1968), ninguno de los cuales ha sido traducido al castellano.

Pasó sus últimos años de enseñanza, entre 1968 y 1973, como profesor honorario en las universidades de California y Maryland, período en el cual profundizó sus estudios sobre la Grecia clásica. Falleció en 1973 en Annapolis.
En febrero-marzo de 2000, la Universidad Complutense de Madrid organizó un seminario titulado “La filosofía Política de Leo Strauss, 1899-1973”, dirigido por Javier Roiz. Roiz define la obra de Strauss como “una defensa de la teoría frente a la avalancha de la politología positivista de la postguerra”. Y luego, en la presentación del seminario, añade: “También quedan tras él muchos seguidores que le conocieron de cerca y asimilaron sus enseñanzas, alumnos que hoy son ellos mismos figuras de la academia, la política o las artes. Son los conocidos como straussians o estrausianos, escuela que sigue siendo una voz influyente en la ciencia política norteamericana”. Pues bien, efectivamente, estos strausianos con conocidos por otros como “la cábala” y, en cualquier caso, constituyen la médula del pensamiento neoconservador norteamericano, el motor ideológico de la administración Bush. El editorialista de “The New York Times” escribió: “Si 25 personas cuyo nombre conozco hubieran sido exiliadas a una isla desierta, no hubiera habido guerra de Iraq”. Pues bien, estos 25 “iniciados”, son sin excepción strausianos.

Leo Strauss es considerado como padrino e inspirador del “Contrato con América” elaborado en 1994 como manifiesto del Partido Republicano. Otros han considerado que el discreto movimiento strausiano es el “mayor movimiento académico de los EEUU en el siglo XX”. Pero es difícil llegar hasta el fondo de este movimiento y muy complicado acceder a la médula de su pensamiento, en primer lugar por que ninguno de sus libros ha sido publicado en España (y apenas sólo un comentario en la Revista de Estudios Políticos) y, en segundo lugar, por la discreción que muestran sus “iniciados”. A decir verdad, si no se pertenece al círculo de “iniciados” no se puede estar seguro de si se ha llegado al núcleo central del pensamiento de Strauss. Enseguida entenderán el por qué.

Para Strauss la verdad es peligrosa y destructiva para la sociedad. Desde el principio de los tiempos, los hombres han elaborado mentiras para poder vivir con más tranquilidad. La religión, por ejemplo. La esperanza en el más allá, en el castigo a los malos y en el premio a los buenos, la reencarnación, la resurrección, la vida eterna, la imagen misma de Dios… todo ello no son más que esperanzas para poder vivir. Son “mentiras necesarias”, sin las cuales, lo más probable es que la mayoría de seres humanos se desesperarían e incluso se suicidarían al saber que este valle de lágrimas no tiene un final feliz. Strauss, aprendió de Nietsche que sólo unos pocos están en condiciones de conocer la verdad sin derrumbarse. Los filósofos no pueden decir lo que piensan verdaderamente.